"Capitanes de abril" de María de Medeiros, el martes 11 de noviembre a las 21 h. en los Multicines Benavente.




Sinopsis

En Portugal, durante la noche del 24 al 25 de Abril de 1974, la radio emite una canción prohibida: "Grândola". Podría tratarse de la insumisión de un periodista rebelde; pero en realidad es el detonante de un golpe de Estado militar que cambiará la faz de este pequeño país, así como el destino de inmensos territorios en África. Al son de la voz del poeta José Afonso, las tropas sublevadas toman los cuarteles. A las tres de la mañana, avanzan hacia Lisboa. Poco después del triste golpe militar en Chile, la Revolución Portuguesa se caracteriza por el carácter aventurero, pacífico y lírico de su desarrollo.

Ficha técnica y artística

Dirección: Maria de Medeiros.
Paises:
Portugal / España / Francia / Italia.
Año: 2000.
Duración: 123 min.
Interpretación: Maria de Medeiros (Antónia), Stefano Accorsi (Maia), Joaquim de Almeida (Gervásio), Frédéric Pierrot (Manuel), Fele Martínez (Lobão), Manuel João Vieira (Fonseca), Marcantonio del Carlo (Silva), Emmanuel Salinger (Botelho), Rita Durão (Rosa), Manuel Manquinña (Gabriel), Duarte Guimarães (Daniel), Manuel Lobão (Fernandes).
Guión: Maria de Medeiros y Ève Deboise.
Producción:
Javier Castro, Concha Díaz y Ricardo Evole.
Música: António Vitorino D'Almeida.
Fotografía:
Michel Abramowicz.
Montaje: Jacques Witta.
Diseño de producción: Guy-Claude François.
Dirección artística: Agustí Camps Salat.


 

La revolución de 1974 significa mucho para Maria de Medeiros, que tenía 9 años cuando los militares acabaron con el régimen que había obligado a sus padres a exiliarse en Viena. Tenía el proyecto de Capitanes de abril entre manos desde hace bastantes años, pero su gestación fue larga y difícil. Aunque desde el principio contó con el respaldo del productor francés Jacques Bidou, el elevado presupuesto y el hecho de que fuera una directora novel (aunque ya había dirigido anteriormente algunos cortometrajes) hicieron necesario que se unieran tres productoras más antes de poder iniciar el rodaje en marzo de 1999. La película es ante todo el homenaje a la última revolución romántica e idealista, dice la actriz y directora. Está perfectamente personificada en Salgueiro Maia, el héroe del golpe, el militar que tomó Lisboa. Fue uno de los hombres más puros de la revolución, no solo por su coraje, sino por su generosidad y ausencia total de ambiciones. Los capitanes no querían el poder, sino que querían devolvérselo al pueblo. Lo prometieron y lo cumplieron. El italiano Stefano Accorsi es quien interpreta el heroico Maia; el francés Frédéric Pierrot, a Manuel, y la propia de Medeiros, reacia en un principio a aparecer en su película, a Antonia. Joaquim de Almeida es Gervasio, un militar que no cree en la revolución, y Fele Martínez encarna al teniente Lobao, un amigo de la infancia de Maia. Entre las demás presencias de la película destacan la de Manuel Manquiña y la de Luís Miguel Cintra, habitual en las películas de Manoel de Oliveira.




 
Capitanes de Abril
 
La película recrea los hechos conocidos como la Revolución de los Claveles que tuvieron lugar en Portugal y, sobre todo, en Lisboa durante la madrugada y el día 25 de abril de 1974. La película parte de una serie de fotografías y documentos gráficos de la época en blanco y negro; pero no se trata de una película reportaje a pesar de que su estructura narrativa está marcada por la temporalidad y la polifonía de puntos de vistas y miradas sobre los hechos. Se elude la entrevista y la evocación nostálgica, y la historia se cuenta desde la vivencia, momento a momento, de los protagonistas en el día y hora histórico que les tocó vivir. Ese inicio de documental en blanco y negro, debido a la violencia de las imágenes, permite de manera rápida y definitiva llevarnos al meollo de la cuestión: los mandos intermedios, capitanes, sobre todo, que han participado en la guerra colonial africana, son los que se han comprometido para cambiar la situación y lo hacen porque han vivido el infierno africano donde han asistido a ejecuciones injustas, han conocido la violencia del miedo y se han juramentado para cambiar el régimen político del país hacia una democracia y sin pegar un solo tiro, sin matar a nadie. Lo radicalmente nuevo de este golpe de estado es que no quieren el poder para ellos, sino para el pueblo y sólo estarán ahí hasta organizar las primeras elecciones democráticas. Al final, han conseguido parte de sus pretensiones, otras han fracasado; pero sí que lograron, de manera incruenta, traer la democracia a Portugal. La película nos presenta una amplia galería de personajes que nos permiten comprender las diversas actitudes de los militares, no sólo de los que estuvieron a favor del golpe o en contra; y dentro de cada uno de los grupos enfrentados darnos cuenta de que no todos compartieron las mismas ideas o actitudes y la evolución que fueron tomando al hilo de los acontecimientos. Tampoco se olvida la decisiva intervención de los partidos de izquierda y del pueblo de Lisboa que apoyaron decididamente la revolución. Hay momentos de gran intensidad dramática y otros de humor; la desorganización de cada uno de los bandos nos llega a dar la sensación de farsa grotesca en algún momento; en otros vemos que la decisión personal de algunos miembros de las fuerzas armadas y el encadenamiento de hechos sorpresivos permitieron el triunfo de los rebeldes.  La estructura del relato es compleja, se alternan los espacios y los personajes hasta confluir, principalmente, en la historia de tres amigos a los que los problemas personales, ilusiones y deseos los han unido o desunido a lo largo de los años. Ahora la revolución también va a cambiar sus vidas. Los españoles que vivieron aquellos hechos volverán a recordar con emoción la Revolución de los Claveles que supuso una gran esperanza, algo comenzaba a moverse en las dictaduras peninsulares. Para los jóvenes que no lo vivieron, es el momento de comprender una parcela de la historia: la que inicia la etapa democrática en la que hoy vivimos, y darse cuenta de que se conquistó la democracia porque hubo gente que arriegó su vida y su carrera y porque una mayoría salió a la calle para apoyarlos. También que no se lograron algunas de las reivindicaciones que proponían y que muchos sueños se quedaron por el camino. Daniel Arenas  




 

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