"Valor de ley", de los hermanos Coen. el martes 17 de mayo a las 21h. en los Multicines Benavente.

Crítica
Los hermanos Coen han decidido presentar a su última criatura en la inauguración de la sección oficial. Y esta es muy hermosa, aunque se trate de un remake. El de Valor de ley, un western que dirigió Henry Hathaway en 1969 y que sirvió entre otras cosas para que recibiera un Oscar mezquinamente retrasado el inmenso John Wayne, ese actor tan natural e impresionante al que menospreciaba la miopía progresista. Yo tenía buen recuerdo de aquella volcánica relación entre una cría tenaz e inquietantemente segura de lo que quiere y el borracho y lenguaraz cazarrecompensas al que esta ha contratado para que detenga o mate al asesino de su padre, pero la nueva versión que han realizado los Coen me parece todavía mejor, insuperable.

Los antiguos y traviesos experimentadores siguen siendo desa-sosegantes, pero su estilo narrativo, su retrato de personajes, situaciones y sentimientos está ya mucho más cerca del clasicismo que de la vanguardia. Valor de ley posee aliento épico, dureza, humor (no confundir con esperpento) y complejidad. El camino que recorren esa niña precozmente adulta, obsesiva y pragmática y el pistolero convencido de que las 23 personas que se ha cargado a lo largo de su vida tuvieron la muerte que merecían, desprende vitalismo, melancolía, protección mutua de dos personas que se sienten muy solas, una de ellas sobrada de experiencia y cansancio, y la otra tan joven como decidida, con un inaplazable sentido de la justicia y de la venganza. Tampoco tienen desperdicio los pintorescos personajes con los que se cruzan, incluido un villano atípico. Nada está dejado al azar en este western que desprende el aroma de los grandes modelos. La acción se funde admirablemente con el intimismo, los diálogos son precisos y sabrosos, la atmósfera es veraz, los sentimientos son intensos pero no están subrayados. Es la primera vez que los Coen abordan este género, pero da la sensación de que lo llevan frecuentando mucho tiempo, de que conocen sus mejores claves. Hay química en la relación de Jeff Bridges, ese señor al que siempre apetece ver y oír y la sorprendente, adusta y enérgica niña Hailee Steinfeld.

Es muy raro que el cine actual se ocupe del western, un género agotado y sin tirón para el público, según los criterios ejecutivos de ese Hollywood enamorado de los efectos especiales, las tres dimensiones y la banalidad ruidosa. Es una suerte que la personalidad y el talento de los Coen hayan decidido ocuparse de este género en aparente defunción, que logren tanto arte en algo que ya no está de moda pero que mantiene intactas sus posibilidades expresivas para hacer gran cine. Carlos Boyero

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