"Ciudad de vida y muerte" de Lu Chuan, el martes 25 de mayo, a las 21h, en Lo Multicines Benavente


Ficha Técnica y artística
Año 2010
País China-Hong Kong
Estreno 09-04-2010
Género Drama
Duración 132 m.
T. original Nanjing! Nanjing!
Dirección Lu Chuan
Intérpretes Liu Ye (General Lu)
Gao Yuanyuan (Miss Jiang)
Hideo Nakaizumi (Kadokawa)
Fan Wei (Mr. Tang)
Jiang Yiyan (Xiao Jiang)
Guión Lu Chuan
Fotografía Yu Cao
Música Liu Tong
Montaje Yun Teng
Sinopsis
China, Diciembre de 1937. El país está en guerra con Japón. Beijing y Shanghai ya han caído. Las tropas japonesas llegan a las puertas de Nanking, la capital. Después de semanas de bombardeos los oficiales locales y extranjeros han huido de la ciudad en ruinas. Lu, un carismático general chino, se propone firmemente echar al enemigo y lidera a sus hombres en la defensa de la capital. Les queda poca munición y están llegando los tanques japoneses. Pero ellos, se niegan a abandonar la ciudad. El Sr. Tang es cautelosamente optimista. El y su familia son conducidos a la zona de Seguridad Internacional, donde un creciente número de chinos encuentran refugio. Bajo el mando de un pequeño grupo de extranjeros que se han quedado en la ciudad, la zona se ha convertido en un auténtico campo de refugiados. La Sra, Jiang, una joven profesora china con un fuerte sentido de la ayuda, coordina la vida en este lugar lleno de gente, tratando de proteger a tantas personas como pueda. Los japoneses se están apropiando de la ciudad e instalando sus tropas. Comienza la ocupación de Nanking. Kadokawa, un silencioso y romántico soldado japonés, observa la brutalidad de la guerra, incapaz de impedir sus acciones. Nanking se está convirtiendo en un infierno. Todos se esfuerzan en sobrevivir en una ciudad donde la muerte es más fácil que la vida.

Referencias
Dirige Lu Chuan (Xinjiang, China, 1971), licenciado en la Academia de Cine de Beijing, quien comenzó su carrera como guionista de series de televisión. Su debut como director de cine le llega en 2001 con Missing Gun. Su siguiente trabajo fue Kekexili, Mountain Patrol en 2004, y desde el año 2005 ha estado trabajando en ésta, su tercera película.

Está protagonizada por Liu Ye (La promesa: la leyenda de los caballeros del viento, La maldición de la flor dorada, Balzac y la joven costurera china), Gao Yuanyuan (Sueños de Shangai, La bicicleta de Pekín) y el veterano actor de teatro Fan Wei.

El guión es del propio director. Japón había estado presente en Asia desde 1931, cuando se anexionó Manchuria y se estableció Manchuoko, un estado de paja japonés. En agosto de 1937, Japón comenzó una invasión declarada de China. El ejército japonés se enfrentó en duras batallas por tierra en Shanghai y lanzó masivas campañas de bombardeos aéreos contra Nanking, entonces capital de China. El 12 de noviembre, Shanghai había caído y llegado el 13 de diciembre, los japoneses habían derrotado al ejército defensivo chino y había invadido la ciudad de Nanking. Los acontecimientos, conocidos ahora como "la violación de Nanking", duraron aproximadamente seis semanas. La ciudad fue saqueada e incendiada, y los maleantes soldados japoneses desencadenaron una increíble oleada de violencia sobre la población de Nanking. Según la sentencia sumarial del Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente, también conocido como los Tribunales de Tokyo, "se estima que el número total de civiles y prisioneros de guerra asesinados en Nanking, y en sus zonas circundantes, durante las primeras seis semanas de la ocupación japonesa, fue de más de 200.000. Ocurrieron unas 20.000 violaciones en la ciudad durante el primer mes de la ocupación".

El director de fotografía, en blanco y negro, es Yu Cao y la banda sonora está compuesta por Liu Tong.

Una de las particularidades de este filme es que está rodado con gran angular en blanco y negro. “No quise que apareciera el color natural de la sangre como muestra de respeto hacia las miles y miles de personas que fallecieron en esta batalla”, señala el director.

La película intercala los puntos de vista de los dos bandos lo que provocó diversas críticas en China. “Muchos piensan que los japoneses eran bestias, unos verdaderos animales, y no han aceptado que los haya humanizado. Sin embargo, creo que era la única manera de hacer una película objetiva e independiente”, declara Chuan.

Consiguió la Concha de Oro en el Festival de Cine de San Sebastián así como el premio a la mejor fotografía.

Está producida por China Film Group, Jiangsu Broadcasting System, Media Asia Films y Stellar Megamedia, con un presupuesto que ascendió a unos 12 millones de dólares.

Se rodó a lo largo de 4 años.

Distribuye Karma films.

Crítica (Boyero también escribe lo que le parece el que no le den un premio a "El secreto de sus ojos" película que ya hemos proyectado en el cine club).
57º Festival de San Sebastián
Irreprochable Concha de Oro al Spielberg chino (CARLOS BOYERO 27/09/2009)
Recuerdo determinados festivales por haber sido privilegiado testigo de una película que te remueve el alma, que te provoca esa infrecuente revelación de que has conocido una obra maestra, algo que conecta a niveles superiores con tu sensibilidad, con tu comprensión y con tu inteligencia. He visto en este festival cómo irresponsables, o miopes, o mezquinamente estratégicos jurados, en los que supones debido a su arte individual que poseen una notable capacidad para valorar lo incontestablemente bueno, se pasan por sus arrogantes genitales películas maravillosas tituladas Muerte entre las flores y Promesas del Este. Porque el progresismo del jurado deduce que el internacional talento de sus autores y de los protagonistas no necesita el aval de un galardón, porque hay que tirarse el infame e inútil rollo premiando lo exótico, lo diferente, lo radical, lo inestrenable.
No es el caso de esta edición. Han premiado la película china Ciudad de vida y muerte, una gran producción que tiene el aliento, la complejidad, la fuerza visual, el emotivo retrato de personajes, la capacidad para estremecer al espectador con lo que ocurre en una conquistada ciudad china en la que todo está permitido para los depredadores invasores japoneses, en la que te cuentan con expresividad, lucidez y sentimiento la angustia de los que intentan sobrevivir al estratégico holocausto pero también el tormento, las contradicciones, la humanidad y el sentido de culpa de algunos ganadores a los que el ardor guerrero y la permisividad de que todo vale con el vencido no acaban de convencerles. Te admira la capacidad del director Lu Chuan para hablarte con imágenes tan potentes, con intensidad, épica, veracidad, ferocidad, lirismo y sentimiento de tantas historias individuales en medio de una tragedia colectiva.

Y en mi caso, me resulta insólito respetar y admirar una película china, cinematografía que logra frecuentes orgasmos en fulanos muy raros y profundos, tan vanguardistas y malditos como transparentemente mal pagados. Pero resulta que el arranque de Ciudad de vida y muerte reúne estimulantes parecidos con el inicio de Salvad al soldado Ryan y con el espeluznante desarrollo de La lista de Schindler. Aclarada mi admiración por esta contundente reconstrucción de otra barbarie de la historia, no tengo más remedio que juzgar la injusticia ante el disparate de que no le hayan concedido ningún premio a una película que se los merece todos. Aunque mi trabajo esté muy bien pagado, a veces me siento desaprovechado o imbécil cuando tengo que hablar día tras día en los festivales de un aluvión de películas cuya cochambre ustedes no van a tener que sufrir nunca porque son inestrenables, aunque su selección en subvencionados festivales les permita comer bien durante todo el año a los impresentables autores y a los cultivados espíritus que organizan y promocionan el cultural negocio. En este venturoso caso, la pueden ver ustedes porque ya ha tenido su lógico y puntual estreno comercial. Esa despreciada obra de arte se titula El secreto de sus ojos, una historia dura y tierna, maravillosamente contada por Juan José Campanella, a la que han ignorado ladinamente en el palmarés. Mi economía no se atreve a asegurar que le pago la entrada a cualquier espectador decepcionado que siga desde hace tiempo mi concepción del cine, pero si saben de lo que llevo hablando toda mi vida respecto al cine y se sienten medianamente cómplices, vean esta maravillosa película. Es de las que hacen sentir, en las que todo adquiere sentido, extraordinariamente interpretada y vivida por Ricardo Darín y por Soledad Villamil, ese bellezón de mujer y de actriz.




'Ciudad de vida y muerte', retrato de una masacre.
Ganó la Concha de Oro en San Sebastián y ha sido prohibida en China
Narra la masacre de Nankín, en la que el Ejército japones mató a 300 mil chinos

ALBERTO BERMEJO ('Días de cine') 08.04.2010De cuando en cuando, el cine bélico sobrepasa los límites de simple espectáculo de acción y se convierte en una experiencia sobrecogedora que, por debajo de explosiones y tiroteos, deja ver los comportamientos de los individuos confrontados a una situación extrema.

Es el caso de la producción china Ciudad de vida o muerte, del director Lu Chuan, flamante ganadora de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián 2009, que reconstruye minuciosamente la masacre de Nankín, uno de los episodios más sangrientos del siglo XX, cuando el ejército japonés asesinó brutalmente a cerca de 300.000 personas, casi todas civiles.

"Este tipo de crimen no pertenece exclusivamente al pueblo japonés, sino al mundo entero, a todas las naciones -asegura el director-. Pensé que debía hacer una película sobre la masacre para narrar la más profunda verdad de la naturaleza humana, puede que la parte más oscura de la naturaleza humana".

Un espectáculo sobrecogedor
Rodada en un oportuno blanco y negro, Ciudad de vida y muerte cuenta entre sus principales virtudes la de pasar con aparente facilidad del fragor anónimo de los combates a la identificación de un buen puñado de personajes de cada uno de los bandos, asomándose a la peripecia individual, personalizando el horror, el miedo, la crueldad, la supervivencia o la desgracia.

Su vocación realista se inspira en los acontecimientos que asolaron la ciudad de Nankín durante lo que se denomina Segunda Guerra chino-japonesa, que comenzó en 1937 y se prolongó hasta 1945, como parte del frente del Pacífico de la Segunda Guerra Mundial.

"Hace cosa de veinte años, cuando yo tenía diecisiete -asegura Luchan- pasé cuatro años en Nankín, en la universidad. Tuve la ocasión de visitar varias veces el museo del holocausto. Debo decir que me causo un profundo impacto".

Censurada en china tras batir récords de taquilla
En contraste con la buena acogida de Ciudad de vida y muerte en los festivales internacionales, la película fue retirada del mercado local por las autoridades chinas, reticentes ante la comprensión que Lu Chuan hacia las actitudes individuales de algunos de los personajes japoneses.

"En la mente de los chinos todos los japoneses son unos monstruos porque mataron a muchos ciudadanos chinos en la masacre de Nankín. Los consideran las peores bestias del planeta. Pero me consta que las masacres no sólo las cometen o las han cometido tropas japonesas, sino también las alemanas, las estadounidenses, las rusas, incluso las tropas chinas a lo largo de la historia".

"Parte del público y algunos periódicos me tacharon de traidor. Me llevé una gran sorpresa -afirma Lu Chuan- Creo que gran parte del pueblo chino fue realmente machacada por los soldados japoneses y el mal recuerdo es una venda en sus ojos"

La prohibición de Ciudad de vida y muerte viene a prolongar la interminable lista de castigos y represalias que han ido cayendo invariablemente sobre los cineastas chinos que a lo largo de los años se han empeñado en retratar en sus películas los momentos más conflictivos de la historia reciente de su país.

La más drástica fue la que recayó sobre el cineasta Tian Zhaungzhuang, condenado a diez años de ostracismo por su actitud moderadamente crítica sobre la repercusión de la línea comunista oficial sobre la vida cotidiana de una familia a lo largo de los años en La cometa azul.

Chen Kaige, que ya había tenido problemas en los años ochenta por El rey de los niños, encontró serias dificultades para mantener la continuidad profesional en los noventa tras el éxito internacional de Adiós a mi concubina, en la que además de otras cosas enseñaba al mundo parte de los comportamientos habituales de sus conciudadanos durante la Revolución Cultural.

Entre las más recientes, destaca la suerte del cineasta Lou Ye, condenado a cinco años de ostracismo por llevar sin autorización al Festival de Cannes su película Summer Palace, en la que se hablaba por primera vez explícitamente sobre los sucesos de la plaza de Tiann'amen y el comportamiento de los que por entonces eran estudiantes universitarios.

Lu Chuan, el director de Ciudad de vida y muerte parece que ha tenido más suerte y que la atención de las autoridades sobre su película no afectará a su trayectoria profesional.

Una tragedia que han reflejado muchos cineastas
Buena parte de las elocuentes imágenes de archivo que se conserva sobre los sucesos de Nankín forman parte del documental bélico ¿Por qué luchamos? dirigido por Frank Capra por encargo del ejército de Estados Unidos, concretamente del capítulo titulado La batalla de China.

A su vez, parte de ese metraje fue utilizado por Bernardo Bertolucci en El último emperador para ilustrar la relación de su protagonistas con ese momento concreto de la historia de China.

Ese decisivo momento histórico ha sido reflejado generalmente desde puntos de vista externos, como lo hizo Steven Spielberg en El imperio del sol, que además adelantaba la humanización de un personaje japonés.

Una mirada a medio camino entre lo ajeno y lo autóctono era la que proyectaba Ang Lee en Deseo, peligro, entremezclando el espionaje y la atracción sexual entre dos activos protagonistas de aquella controvertida época de ocupación japonesa.

Ciudad de vida o muerte, además de mantenerse alejada del fanatismo, es contundente, didáctica y estremecedora, y sobre todo cine de primera magnitud.

Comentarios

bolboreta ha dicho que…
Me defraudó mucho esta película que esperaba como agua de mayo.

¡Saludos!
Hala! pues me gustó muchísimo. Bestial, sin concesiones. Una aproximación semidocumental al mal con mayúsculas. Bueno, una concesión, la risa ahogada del niño en el plano final. Un saludazo y besos. Juan CArlos