"El intercambio" de Clint Eastwood

El Cineclub Fetiche se complace en presentar antes ustedes "El Intercambio" de Clint Eastwood (2008) , el martes 7 de abril a las 21h en los Multicines Benavente. Nos vemos en el cine.
Ficha técnica y artística
Título: El intercambio
Título original: Changeling
Dirección: Clint Eastwood
País: Estados Unidos
Año: 2008
Duración: 140 min.
Género: Intriga
Reparto: Jason Butler Harner, Devon Conti, Gabriel Schwalenstocker, Jason Ciok, Kevin Glikmann, Anthony Giangrande, Riki Lindhome, Devon Gearhart, Angelina Jolie, Eddie Alderson, Michael Kelly, Colm Feore, Jeffrey Donovan, John Malkovich, Amy Ryan
Guión: J. Michael Straczynski
Web: www.elintercambio.es
Distribuidora: Universal International Pictures
Productora: Malpaso Productions, Imagine Entertainment
Dirección artística: Patrick M. Sullivan Jr.
Diseño de Producción: James J. Murakami
Fotografía: Tom Stern
Montaje: Joel Cox
Productor: Brian Grazer, Robert Lorenz, Ron Howard
Productor ejecutivo: J. Geyer Kosinski
Vestuario: Corey Bronson
Sinopsis
Los Ángeles, 1928. Un sábado por la mañana en un barrio obrero de la ciudad, Christine se despide de su hijo Walter y sale a trabajar. Al regresar a casa, el niño ha desaparecido. Empieza una búsqueda que no parece dar frutos hasta que, meses después, le devuelven un niño de nueve años que dice ser su hijo. Aturdida por las idas y venidas de la policía, los reporteros y sus propias emociones, Christine le deja quedarse a dormir, aunque sabe que no es Walter. Intenta convencer a la policía de que sigan buscando, pero pronto descubrirá que en la época de la Prohibición en Los Ángeles una mujer no se enfrenta al sistema si quiere sobrevivir. Tachada de loca e incapacitada, por fin encuentra un aliado. Se trata del reverendo Briegleb, que la ayudará a luchar contra las autoridades municipales y a encontrar a su hijo. Basada en un hecho que hizo tambalear el sistema legal californiano, "El intercambio" es la sorprendente historia de una madre que busca a su hijo y de unas personas capaces de cualquier cosa para hacerla callar.
Referencias
Es la 28 película dirigida por Clint Eastwood (San Francisco, 1930) tras Escalofrío en la noche (1971), Infierno de cobardes (1973), Primavera en otoño (1973), Licencia para matar (1975), El fuera de la ley (1976), Ruta suicida (1977), Bronco Billy (1980), Firefox, el arma definitiva (1982), El aventurero de medianoche (1982), Impacto súbito (1982), El jinete pálido (1985), El sargento de hierro (1986), Bird (1988), Cazador blanco, corazón negro (1989), El principiante (1990), Sin perdón (1992), Un mundo perfecto (1993), Los puentes de Madison (1995), Poder absoluto (1997), Medianoche en el jardín del bien y del mal (1997), Ejecución inminente (1999), Space cowboys (2000), Deuda de sangre (2002), Mystic river (2003), Million dollar baby (2004), Banderas de nuestros padres (2006) y Cartas desde Iwo Jima (2007).
Está protagonizada por Angelina Jolie (Wanted (Se busca), Beowulf, Un corazón invencible, El buen pastor, Sr. y Sra. Smith, Alejandro Magno, Sky captain y el mundo del mañana, Vidas ajenas, Amar peligrosamente, Lara Croft: Tomb raider, Lara Croft: Tom Raider; La cuna de la vida, Siete días y una vida, El coleccionista de huesos, 60 segundos) y John Malkovich (Quemar después de leer, Beowulf, Klimt, Eragon, The libertine, Guía del autoestopista galáctico, Una película hablada, El juego de Ripley, Johnny English, Pasos de baile, La sombra del vampiro, Cómo ser John Malkovich).
Les acompañan en el reparto Jeffrey Donovan (El libro de las sombras: BW2), Michael Kelly (El planeta del tesoro, Mulan) y Colm Feore (Dos polis en apuros, Las crónicas de Riddick, Sin aliento, Titus, Paycheck, Chicago, Muerte de un ángel, El quinto hombre, City of angels, Mal menor). El guión es de J. Michael Straczynski, que había trabajado para Los Angeles Times, The Herald Examiner y Time, entre otras publicaciones, cuando descubrió la asombrosa historia de la mujer que detuvo la maquinaria política de la ciudad. Ya se sabe que un periodista depende de su fuente, y Michael Straczynski sabía que había algo interesante cuando un viejo contacto suyo se puso contacto en él. El guionista recuerda: "Una fuente que tenía en el Ayuntamiento me llamó para decirme que estaban quemando archivos viejos y que debería echar un vistazo a uno antes de que acabara en la incineradora. Me fui allí corriendo y leí la transcripción de la vista oral que celebró el Consejo Municipal de Bienestar Social para el caso de Christine Collins. Empecé a leer el testimonio y lo primero que pensé fue: "Esto no puede haber pasado, debe haber un error", y me quedé enganchado".
El director de fotografía es Tom Stern (Cosas que perdimos en el fuego, The last kiss (El último beso), Banderas de nuestros padres, Cartas desde Iwo Jima, El exorcismo de Emily Rose, Million dollar baby, Mystic river, Deuda de sangre) y la banda sonora está compuesta por el propio Eastwood (La vida sin Grace).
Se presentó en el Festival de Cine de Cannes donde consiguió el premio especial de la 61 edición.
Está producida por Imagine Entertainment, Malpaso Productions y Relativity Media.
Se rodó a partir del 25 de noviembre de 2007.
Distribuye Universal.
Crítica
ALIENTO
Con la nueva obra de Clint Eastwood, el cine con mayúsculas se hace un hueco ineludible en nuestra cartelera. El veterano director abandona la temática bélica en la que habían ahondado sus dos últimas obras, la desmitificadora y compleja BANDERAS DE NUESTROS PADRES y, sobre todo, la cruel y emotivamente elegíaca CARTAS DESDE IWO JIMA. Con la presente EL INTERCAMBIO vuelve a hacer transitar su maestría por los oscuros territorios del drama. No nos hallamos muy lejos del portento sombrío de sus insuperables MISTIC RIVER y MILION DOLLAR BABY, el par de lamentos fílmicos más sublimes, verdaderos y conmocionantes del último cine norteamericano. En esta ocasión, el autor de SIN PERDÓN da su visión particularísima de uno de los hechos más flagrantes de la numerosa lista de sucesos que pasaron a engrosar la ominosa crónica negra de escándalos policiales en la ciudad de Los Ángeles, durante la década de los años veinte. El guión del film está basado en la tinta periodística que generó el caso de Christine Collins, una joven madre separada, cuyo hijo desapareció de su hogar sin dejar rastro. La policía, unos meses más tarde, para dejar zanjado el caso, le entregó uno que no era el suyo.
El film se agarra con fuerza al tesón torturado del personaje principal. Sin embargo, no se conforma con ser testigo complaciente de su desesperación. El relato nos depara algo bien distinto a la contemplación exhaustiva, consternante, de un calvario personal. Eastwood, no podía ser de otra forma, aprovecha la dureza de ese trance para desarrollar un contundente retrato de la putridez circundante. EL INTERCAMBIO descerraja una suerte de inmisericorde panorámica por las nauseabundas cloacas adheridas, generadas a instancias del poder establecido. La vicisitud de Christine, el seguimiento de su ingrato itinerario, sirve para desenmascarar el encadenado de excesos e ilegalidades que el orden vigente impone a la realidad, cuando ésta no se adecua a la voluntad de sus abyectas intenciones o al soterramiento de sus desmanes. La película traza una negrísima radiografía de la corrupción política, asumida esta como perfecta maquinaría, impelida por la directriz del beneficio que la pone en funcionamiento. El tozudo realizador echa mano de su curtido bisturí aún inoxidado; vuelve a empeñarse en hacerlo intervenir para hurgar en esa lacra poderosa e insaciable que es la degradación moral enquistada entre las altas esferas gobernantes. El poder, como estrategia al servicio del mal. Y el mal, como tumor activo de extirpación imposible, como espiral con fin en la eternidad de un infinito voraz y lóbrego. Pocos cineastas como él han sabido escupir lo turbio con tanta mesura, con tanto vigor.
La película bascula entre la abnegación testaruda de su heroína y la respuesta irracionalmente coactiva que recibe por parte de quienes se sienten violentados por su desconsolada búsqueda. Christine es un personaje construido por su demanda. Los oponentes, por la depurada inflexibilidad de su malévolo funcionamiento. Más que en ninguna otra de sus obras anteriores, el realizador de LOS PUENTES DE MADISON COUNTY se esfuerza por describir con más precisión los mecanismos de esa injusticia. En EL INTERCAMBIO existe la voluntad manifiesta de evidenciar la inclemencia de esos manejos, en tanto que maquinaria siempre en proceso de perversión. Eastwood, pese a lo que algunos se están empeñando en cacarear, evita el posible maniqueísmo, haciendo hincapié, abiertamente, en esta idea de engranaje pérfido. Christine no es sino una especie de Alicia en el país de la depredaciones. La desaparición de su hijo la aboca a transitar una serie de adversidades maquinadas por el todopoderoso artilugio, que no cesa en intentar anularla. El dispositivo de ilegalidades se emplea a fondo en esta tarea. El retrato que emerge de ese escalonado de infectos esbirros no puede ser más gangrenante: psicólogos, enfermeras, médicos, matronas, comisarios, psiquiatras, altos mandos policiales, o incluso alcaldes a punto de reelección, todos embarcados en la misma pestilencia, todos asumiendo la función encomendada, cual extremidad acatante de los designios del monstruo que las activa. EL INTERCAMBIO narra la odisea de una inocente pertinaz, en el laberinto hediondo que conforma el organigrama de un poder en avanzado estado de perenne descomposición.
La sorpresa inesperada en esta nueva manifestación de tenebrosidad narrativa, marca de la insigne casa, viene dada con la aparición de la línea narrativa propiciada por la investigación paralela, que se emprende cuando el comisario Ybarra recibe un aviso sobre una granja en las afueras de la ciudad. La pesquisa nos da de bruces con la temática ya transitada por Eastwood en el traumático personaje que Tim Robbins interpretaba en MISTIC RIVER: la infancia como espacio inocente vapuleado por la violencia adulta. EL INTERCAMBIO ahonda en esa atrocidad de forma más dilatada. Aquí no es en calidad de repugnancia condicionante de la personalidad de un personaje inscrito en un relato superior, sino de asunto medular, desarrollado narrativamente por una subtrama reveladora y fundamental. La implicación de un personaje como el del chaval que revela al policía la fatalidad criminal solucionadora, en teoría, del caso central, viene a escampar la miseria corrupta antes descrita, pero situándola en el terreno de la individualidad. El horror cultivado de puertas para adentro. La depravación, como patología brotada en la mente de un ser humano. Eastwood muestra su pesimismo incidiendo en esta desolación: los claroscuros que caracterizan a su puesta en escena inundan los espacios interiores: el hogar de Christine, las distintas estancias de la granja, la sala de interrogatorios, la de la conversación con el preso en el penal, el bar donde un niño es abandonado. EL INTERCAMBIO sacude por la inmisericordia del pulso interno que la late. Su linealidad expositiva, sencilla y ortodoxa, se antoja imprescindible, pues la complejidad de su lucidez subterránea implora esa certera apariencia asimilable, que el realizador sabe acomodarle.
Más allá de la implacabilidad del discurso, EL INTERCAMBIO estremece como muestra irrebatible de sabiduría cinematográfica. Hay que rendirse ante la destreza narrativa de un autor, hoy en día, inigualable. Eastwood hace ya mucho tiempo que es el reducto de una determinada forma de entender el cine y su artesanía. El venerable director de UN MUNDO PERFECTO domina los subterfugios de este medio artístico, ennobleciéndolos con su sabiduría veterana en cada uno de los regalos con los que nos obsequia su saber hacer inquebrantable. En otras manos menos diestras, esta obra, en el que se dan cita el cine dramático, el cine negro, el cine político y el cine de asesinos psicópatas, hubiera quedado condenada a la dispersión, a la grandilocuencia, a la superficialidad o al detalle morboso. Emociona contemplar como su autor condensa, amarra, hace transparente esta madeja de inclemencias. EL INTERCAMBIO hay que degustarla con la paciencia gozosa que merece un clásico. Lleva la firma del mejor: de ese hombre de pelo cano, robusto, con mirada de lince viejo en alerta y sonrisa joven de listo ganador, en quien la palabra cineasta cobra todo su más noble sentido.
Celso Hoyo Arce (http://www.zinema.com/)


















































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