"Un Franco, 14 Pesetas", martes 10 de abril


"No procedo de níngún país, de ninguna ciudad, de ninguna tribu. Soy hijo del camino, caravana es mi patria y mi vida la más inesperada travesía...por boca mia oirás el árabe, el turco, el castellano, el beréber, el hebreo, el latín y el italiano vulgar, pues todas las lenguas, todas las plegarias me pertenecen. Mas yo no pertenezco a ninguna. No soy sino de la tierra y a ella retornaré un día no lejano" (Amin Maalouf. León el Africano)
El Cine-Club Fetiche les presenta una película de Carlos Iglesias, basada en una historia real, sobre el tiempo en el que los españoles eramos emigrantes.
Se proyectará el martes 10 de abril a las 21 h, en los Multicines Benavente. Es la segunda película del ciclo "Inmigración y diversidad cultural" patrocinado por la Concejalía de asuntos sociales del excmo. Ayuntamiento de Benavente y con la colaboración de los Multicines Benavente y la Fundación Caja Rural.


Sinopsis
España 1960. Dos amigos, Martín y Marcos, deciden marcharse a Suiza en busca de trabajo. Dejan a sus familias en España y emprenden un viaje hacia una nueva vida en la Europa del progreso y las libertades. Allí descubrirán una mentalidad muy diferente, a la que deberán adaptarse trabajando como mecánicos en una fábrica y viviendo en un pequeño pueblo industrial. Con la llegada de Pilar, la mujer de Martín, con su hijo Pablo, y de Mª Carmen, la novia de Marcos, se les termina la vida de hombres solteros que llevaban en un país con tanta libertad. El trabajo sigue siendo el día a día de Martín y Pilar, mientras el pequeño Pablo comienza a ir al colegio y a integrarse. Con la muerte del padre de Martín, se plantean que lo que habían ido a buscar ya lo han conseguido y es hora de regresar. Para su sorpresa, será más difícil la vuelta que la ida.

Ficha Técnica
Director: Carlos Iglesias
Productores ejecutivos: Susana Maceiras / Mario Pedraza
Productores: José Manuel Lorenzo / Eduardo Campoy / Susana Maceiras
Guión: Carlos Iglesias con la colaboración de Central de Guiones
Director de fotografía: Tote Trenas
Montaje: Luisma del Valle
Música: Mario de Benito
Director artístico: Enrique Fayanás
Vestuario: José Mª de Cossío / Puy Uche
Maquillaje y peluquería: Sara Márquez / Oscar Aramburo

Actores
Carlos Iglesias, Javier Gutiérrez, Nieve de Medina, Isabel Blanco, Iván Martín




Cuando los españoles eran los inmigrantes
El actor Carlos Iglesias debuta como director con ‘Un Franco, 14 pesetas’, la crónica de la emigración de sus padres a Suiza en los años 60. OSKAR L. BELATEGUI Las carreteras suizas señalan los hitos kilométricos cada cien metros. En el cantón de Sankt Gallen, cercano a la frontera austríaca, las rutas de senderismo están cronometradas al segundo, «al paso normal de una persona de cuarenta años», precisa el actor Carlos Iglesias (Madrid, 1954). Él conoce bien este paraíso de orden y silencio: vivió aquí desde los seis a los doce años. Su padre, operario en la Pegaso, había emigrado un año antes. «Ganaba 1.300 pesetas al mes cuando le echaron. Y se vino a Suiza con un amigo. Llegaron con un traje príncipe de Gales y las maletas anudadas con cuerdas». Iglesias, el chapucero Benito de ‘Manos a la obra’, el locuaz Pepelu de ‘Esta noche cruzamos el Mississippi’, ha tardado cuatro años en escribir, dirigir y protagonizar la historia de su padre. Y también la suya. ‘Un Franco, 14 pesetas’ se rueda en los mismos escenarios donde el actor creció, un país tolerante y rico donde todavía viven 120.000 españoles. «Quiero contar un retazo de nuestra historia reciente que, por diversos motivos, no se ha querido contar. Reavivar la memoria del tiempo en que nosotros éramos los ‘sin papeles’». El viaje en el tiempo no parece inquietar a los habitantes de Nesslau y Unterwasser, idílicos villorrios amenazados por cumbres que configuran un paisaje alpino de postal. Nadie se detiene ante el trajín de un rodaje con figurantes de época. «No tienen curiosidad, como si aquí estuvieran todo el día haciendo películas», observa Carlos Iglesias. «Sólo se acercaron cuando cubrimos las calles con nieve artificial: navidades en julio». El actor Javier Gutiérrez, su compañero de penurias en la ficción, descubre el secreto de la placidez suiza: «Todo es un decorado, como en ‘El show de Truman’. En algún momento caerá un foco del cielo». Navidades en San Blas Iglesias ya barruntaba llevar al cine su crónica familiar cuando caricaturizaba con cariño al currante cañí en ‘Manos a la obra’. «Me parecía chocante que hubiera tantos problemas para aceptar la emigración. Donde yo vivo, en Villalba, el 90% de los jardineros y empleadas de hogar son sudamericanos. Y nadie les da ni los buenos días. Antes éramos nosotros los morenos y ahora somos los rubios, mucho más hijoputas de lo que fueron con nosotros». El actor ha echado mano de los recuerdos al escribir el guión. Trata de no caer en la esquizofrenia al meterse en la piel de su padre, mientras un crío corretea por el plató: Pablito (Iván Martín) está inspirado en el propio Iglesias de crío, un chaval que cambió un sótano oscuro de Argüelles –la vivienda del portero– por las praderas alpinas. Madrid por Suiza en 1960. «Me acuerdo sobre todo de las Navidades, que aquí se empezaban a preparar mes y medio antes, cuando caían los primeros copos de nieve», recuerda Iglesias. «Lo peor fue regresar a Madrid seis años después. Nos fuimos a un piso de protección oficial de mis abuelos en San Blas, por aquel entonces una pila de bloques horrorosos rodeados de descampados. Allí en Navidad no había nieve, sino barrizales. Me pasé dos años yendo de casa al colegio y del colegio a casa». Lo peor no fue olvidar el sabor del chocolate, sino cambiar una educación tolerante por la escuela franquista. ‘Un Franco, 14 pesetas’ se nutre de esas pequeñas anécdotas que padecieron los cuatro millones de emigrantes españoles víctimas del desarraigo. Llegaban y confundían los nórdicos con un colchón de plumas. Luchaban por integrarse. Suena dramático sobre el papel, pero el ambiente de rodaje presagia que esta tragicomedia deparará sonrisas y lágrimas por igual. Iglesias dirige a los figurantes en alemán –«vamos, chiquitines»–, por algo ha regresado a Suiza cada vez que ha podido desde su adolescencia –«mi primera parada del Interrail fue Berna; tenía 17 años»–. Cuatro décadas después, el choque cultural se sigue produciendo. Nieve de Medina, la esposa de Iglesias en la ficción, se escapa en los descansos a la cercana Zurich en busca de bullicio; era la mujer de Luis Tosar en ‘Los lunes al sol’, así que entiende de inestabilidades laborales. El bar del hotel Sternen en Unterwasser, donde las tiendas cierran a las seis y media, jamás ha echado la persiana tan tarde. En la frontera «Carlos quería contar la historia de su vida, sacar sus entrañas. Esa película sólo la podía dirigir él arropado por un buen equipo técnico», apunta Eduardo Campoy, coproductor del filme junto a José Manuel Lorenzo. «Nunca sabes cuándo a un director le sale una historia con alma, pero veo las escenas rodadas y se me encoge el corazón». Iglesias tampoco puede evitar emocionarse. Ha rodado en la misma casa que habitó de niño –«abrí la ventana de mi habitación, y ahí seguía el mismo paisaje»–. Ha recreado la entrada en el país de su padre, cuando tuvo que enseñar en la frontera las 20.000 pesetas del finiquito de la Pegaso para pasar por turista. «Los policías hicieron la vista gorda porque las fábricas necesitaban mano de obra». No es de extrañar que el actor rompa a llorar al ver por primera vez el tráiler, confeccionado con vistas a su estreno el próximo año. Lo que más le preocupa es defraudar a su padre, que jamás aprendió alemán. «Le duele que haya tardado tanto en dirigir, porque he rechazado trabajos en mi mejor momento. Cuando la vea me dará el coñazo y me dirá que no fue exactamente así».

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