Hierro 3 de Kim Ki-duk, Martes 27 a las 21 h.



El Cine-Club "Fetiche" se complace en presentarles una película de Kim Ki-duk. El martes 27 de marzo a las 21 h, en los Multicines Benavente.
La casa vacía
Salgo de mi casa.
Mientras estoy fuera, alguien entra en mi casa vacía y se instala en ella.
Come la comida de mi frigorífico, duerme en mi cama, mira mi televisor.
Quizá porque se siente culpable, arregla mi despertador roto, lava la ropa, lo ordena todo y luego desaparece.
Como si nadie hubiera estado allí...
Un día entro en una casa vacía.
Parece que nunca haya estado nadie, así que me desnudo, me baño, preparo la comida, lavo la ropa, arreglo una báscula de baño y juego al golf en el jardín de la casa.
En la casa hay una mujer desanimada, asustada y herida, que no sale nunca y que llora.
Le muestro mi soledad.
Nos entendemos sin decir ni una palabra, nos vamos sin decir ni una palabra.
Mientras elegimos una casa en que vivir, nos sentimos cada vez más libres.
En el momento en que parece que nuestra sed de libertad se ha aplacado, nos quedamos atrapados en una casa oscura.
Uno de los dos se queda en una casa hecha de nostalgia.
El otro aprende a convertirse en un fantasma para esconderse en el mundo de la nostalgia.
Ahora que soy un fantasma, ya no siento deseos de buscar una casa vacía.
Ahora me siento libre de ir a la casa en la que vive mi amada y besarla.
Nadie sabe que estoy allí.
Excepto la persona que me espera...
Siempre llega alguien para la persona que espera...
Llega, seguro... hasta para la persona que espera...
Este día del año 2004, alguien abrirá el candado que bloquea mi puerta y me liberará.
Confiaré ciegamente en esa persona y la seguiré a donde sea sin que me importe lo que pueda suceder...
Hacia un nuevo destino...
Es difícil saber si el mundo en que vivimos es sueño o realidad.
Kim Ki-Duk




Sinopsis
Tae-suk es un joven que da vueltas por la ciudad buscando casas donde establecerse temporalmente en ausencia de los propietarios. Un día, mientras está buscando una, encuentra a Sun-hwa, una joven recluida y maltratada por su rico y celoso marido. Ella, intrigada, decide seguir a Tae-suk en su vida errante de casa en casa, hasta que un día son descubiertos: el joven es encarcelado y Sun-hwa se ve obligada a volver con su marido. Al salir de la cárcel, lo primero que hace Tae-suk es ir a buscar a Sun-hwa.


Ficha técnica y artística
Año: 2004
Nacionalidad: Corea del Sur-Japón
Estreno: 23-03-2005
Género: Drama
Duración: 95 m.
T. original: Bin-Jip
Dirección: Kim Ki-Duk
Intérpretes: Lee Seung-Yeon (Sun-hwa)
Jae Hee (Tae-suk)
Kwon Hyuk-Ho (Min-kyu)
Joo Jin-Mo (Detective Cho)
Choi Jeong-Ho (Funcionario de prisiones)
Guión: Kim Ki-Duk
Fotografía: Jang Seung-Baek
Música: Slvian
Montaje: Kim Ki-Duk



Referencias
  • Dirige Kim Ki-Duk (Kyongsang, 1960), quien después de haber estudiado arte en París, volvió a Corea y empezó su carrera como guionista y director en una película de bajo presupuesto, The Crocodile (1996), a la que siguieron Wild animals (1997), Birdcage Inn (1998), Real fiction (2000), experimento en tiempo real y diversos formatos rodado en 200 minutos, La isla (2000), Address unknown (2001), Bad guy (2001), The coast guard (2002), Primavera, verano, otoño, invierno y.... primavera (2003) y Samaritan girl (2004).
  • El guión es del propio director, quien también se ha encargado del montaje.
  • La idea se le ocurrió mientras retiraba un folleto que estaba pegado en la cerradura de la puerta de su casa cuando de pronto se le ocurrió que todas las casas que tenían esa publicidad intacta durante varios días debían de estar vacías. La imagen de una casa vacía en la que no entra nadie le llevó a la historia de una persona muy solitaria, aislada de los demás, y decidió hacer una película acerca de un hombre que entra en ella y colma ese vacío con calidez.
  • Hierro 3 es un palo de golf que se usa muy pocas veces.
  • Está producida por Kim Ki-Duk Film y Cineclick Asia.
  • Se presentó en el Festival de Cine de Venecia donde consiguió el premio de la Fipresci y el correspondiente al mejor director.
  • Ganó de la Espiga de Oro en la Semana Internacional de Cine de Valladolid.
  • Fue candidata a los Premios del Cine Europeo a la mejor película internacional

La Crítica ha dicho:

HABÍTAME LA VIDA
Vuelve el coreano Kim Ki-Duk a asombrar las pantallas internacionales con un ejercicio de estilo cautivador, exquisito. HIERRO 3 es una nueva demostración de la categoría como creador formal puro, que lo acredita como uno de los creadores más deslumbrantes del panorama cinematográfico actual. Ki-Duk domina la imagen como muy pocos. Sus personajes se comunican con el espectador mediante una puesta en escena tan apabullante, tan estudiada, tan expresiva como la que despliega con depurada exigencia en cada uno de sus delirios. La mudez que caracteriza a aquellos los sanciona como individuos extraños, inadaptados, completamente ajenos, por el sigilo de sus conductas, a quien los contempla. Hemos de intentar escucharlos a través de sus acciones, de sus tránsitos, de los objetos que tocan, de los contracampos en donde se ocultan, o a través de las miradas esquivas, turbias y desapacibles que desenmascaran (o no) sus respectivos misterios.
En HIERRO 3 es capaz de materializar en imágenes un espinoso proceso metafórico-poético: el de la pasión amorosa entendida ésta como elevación, como superación de la materialidad orgánica implícita en todo ser humano. El ser apasionado deja, abandona su propio cuerpo para dejar de existir ante los ojos de los demás, y sólo ser en el deseo de la persona que lo ama. Inhabita su existencia corpórea para instalarse en el territorio del deseo del otro. Ha de desaparecer de su apariencia, ha de evaporarse desde su complexión para fundirse, pertenecer en exclusiva al ámbito de la intimidad demandante de quien lo necesita. HIERRO 3 nos aproxima, configura en relato esa transformación alucinante que es la invisibilidad del arrebatamiento amoroso.
El cotizado director de LA ISLA nos depara en esta ocasión un personaje del todo excepcional, Tae-suk, un particular vagabundo errante, cuyo único objetivo es ir ocupando, durante un breve lapso de tiempo, casas, hogares, circunstancialmente vacíos. Para conseguirlo, se las ingenia haciendo valer una curiosa artimaña: va dejando folletos propagandísticos en las puertas de sus posibles hospedajes, y, horas más tarde, elige, para forzar, introducirse y alojarse, aquella residencia en la que nadie se ha molestado en recogerlos. Lejos de robar, de destrozar las pertenencias que halla en cada una de las viviendas, quizás en pago a la comida que consume, al descanso disfrutado de las camas en donde duerme, Tae-suk hace la colada de la ropa sucia que encuentra, riega las plantas, y arregla algún que otro objeto que halla estropeado. Curiosamente, Ki-Duk se detiene con especial énfasis en un momento en el que insólito morador pone en funcionamiento un reloj que cuelga parado en la pared de uno de los pisos. Tae-suk, podemos deducir, pone tiempo a esos hogares desocupados; les da vida al habitarlos, otorgando sentido a la suya en esa suerte de deambuleo entregado a hacer latir esas estancias libres; él las que mima, las embellece, las ordena, como si las arrullara, ofreciéndoles el latido de la cotidianeidad extirpado con la ausencia eventual de sus auténticos amos. Ki-Duk, como casi siempre, no indaga en las causas que originan este comportamiento, no analiza a su personaje: nos lo presenta sin excusar un ápice de complejidad, haciendo atribuir a su cámara la misma naturalidad, la misma transparencia que impulsa a sus protagonistas a cometer acciones inusuales, que ellos nunca asumen como tal.
La aparición del personaje femenino desencadena, exalta, espolea la narración al territorio de lo simbólico. En la contemplación del vínculo amoroso que se genera entre ellos casi de inmediato, Ki-Duk dispone un ejercicio de puesta en escena acrisolado, de tintes casi minimalistas, en el que tampoco resulta muy difícil distinguir cierta influencia hitchconiana, sobre todo, en la sugestiva forma que tiene de resolver todo el esencial proceso de fascinación de uno por el otro: toda la secuencia en la que ella, Sun-hwa, lo descubre, lo vigila, lo persigue con magnético sigilo, alcanza la hipnosis indiscreta, subyugante e intranquila que el maestro del suspense supo imprimir como nadie en personajes obsesivos y embrujados, del todo inolvidables, como el que inmortalizó James Stewart en VÉRTIGO. No sólo eso. Ki-duk ya anuncia en ella el posterior desarrollo del insólito, aventurado abismo lírico que se nos va a proponer: Si en ésta, es la joven maltratada la que permanece invisible a los ojos de Tae-suk, el último tercio de la película va a detenerse en pormenorizar ante el espectador todo un proceso de inaudito, sobrehumano y extra-ordinario aprendizaje: el de Tae-suk por lograr la inmaterialidad, la imperceptibilidad absoluta; por instalarse exclusivamente en la parcela íntima y secreta de la atención reclamante de Sun-hwa.
Resulta verdaderamente admirable asistir a este espectáculo de pureza narrativa. A Ki-duk le basta con proveerse de la imagen sencilla para esgrimir un envolvente discurso, que bascula desde lo imaginario a lo real, desde lo ordinario a lo fantasmagórico, con una tersura implacable, carente de estridencias y subrayados, fundamentada en una coherente limpieza mostrativa, y en la reinterpretación significante que resulta de retomar lugares, acciones y objetos ya determinados con anterioridad, para insuflarles un sentido nuevo: el palo de golf, que puede ser un arma vengativa; el sofá vacío, símbolo de la ausencia del amado; o las casas asaltadas, como territorio en donde poner a prueba la pericia lograda en el calabozo. Todo, en Ki-duk, está impelido a descorrer su reverso. Saboreémoslo. Son muy pocos, dentro del cine contemporáneo, los que dan primacía al lugar que condiciona la mirada en cada plano. De entre todos, él es el mejor.
(****) Recomendada para retinas incontaminadas a las que aún emocione el silencio.
Celso Hoyo Arce

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